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Informaciones detalladas sobre el test de epiAge

¿Qué es la epigenética?

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El trasfondo científico del test de epiAge

Tras la pista del reloj epigenético:
del destino biológico a la elección propia

Cronológico contra biológico
“¿Tienes 45 años? ¡Yo pensaba que tendrías como mucho 38!”A partir de una cierta edad, este tipo de cumplidos se aprecian mucho. Tanto si se dicen en serio o como un halago, estas afirmaciones muestran una disparidad que sentimos instintivamente: nuestra edad cronológica no siempre se corresponde con nuestra edad biológica. A menudo no lo notamos en nosotros mismos, pero cuando un amigo se vuelve gris y arrugado después de perder su trabajo, por enfermedad o la pérdida de un ser querido, lo notamos claramente.

Pero entonces, ¿qué significa envejecer?
El envejecimiento es un proceso muy complejo, controlado por diferentes factores. Y aún no los conocemos todos. A grandes rasgos podemos distinguir entre dos mecanismos principales que, aparentemente, se entrelazan. Por una parte, el cuerpo parece padecer, en el transcurso de la vida, daños en diversos niveles biológicos (p.e. inestabilidad del ADN, acumulación de residuos o creación de radicales libres mediante actividad mitocondriaca) los cuales, en un momento dado, ya no son reparables. Por otra parte, el envejecimiento, al igual que el desarrollo temprano en la infancia, parece estar programado de forma más central y controlado más sistemáticamente (p.e. senescencia celular o metilación del ADN). Este segundo mecanismo podría ser el motivo principal de los límites de la vida del ser humano, que hasta ahora parecían insuperables (ver el llamado límite de Hayflick que muestra una clara limitación del número de duplicaciones que puede sufrir una célula y, con ello, una mortalidad programada).

¿Un destino (ir)reversible?
Pero volvamos ahora a nuestros ejemplos cotidianos del principio: el agradable cumplido y el envejecimiento prematuro de nuestro amigo. Y es que ambos nos dan importantes pistas sobre cómo conseguir un cierto control sobre nuestro proceso de envejecimiento. Por un lado existen factores sobre los que, aparentemente, no podemos influir. Si conocemos a los familiares de una persona con aspecto joven, es posible que comprobemos que, al menos en una rama de su familia, este es un patrón que se repite. Esto nos llamará más aún la atención si se trata de una persona que no se cuida demasiado. En este caso, puede ser que sintamos celos o resignación, pensando que esa persona simplemente parece tener “buenos genes”. Aún tenemos la impresión de que intervenir en este nivel interior es arriesgado o incluso distópico.

En el segundo ejemplo, sin embargo, nos queda claro que los factores externos juegan un papel igual de importante, es decir, que nuestra edad no está programada para avanzar de forma lineal. Los golpes del destino, las influencias medioambientales y el estilo de vida tienen una gran influencia en el desarrollo de la edad biológica. Es por todo ello que acelerar, ralentizar o incluso revertir los síntomas del envejecimiento parece perfectamente posible. Todos conocemos ejemplos de conocidos que, tras superar con éxito una etapa de desafíos en su vida, vuelven a recuperar un aspecto más juvenil.

El reloj epigenético
Esto es lo que convierte al reloj epigenético en algo tan interesante e importante. Y es que este presenta una norma científica que no solo sirve para medir la progresión del envejecimiento en un momento determinado, sino también como un valor orientativo muy útil para optimizar el estilo de vida personal durante un periodo largo de tiempo. ¿Pero qué es el reloj epigenético?

Un reloj epigenético no es un reloj real, sino un test bioquímico que se realiza mediante muestras de fluidos o tejidos corporales. En este no se analiza el ADN contenido en las células en sí, sino unas reacciones químicas, llamadas metilaciones, que tienen lugar en determinados lugares alrededor del ADN. Estas metilaciones no son mutaciones, sino modificaciones que provocan la expresión o la desactivación de una determinada secuencia de genes. De modo que aquí no se examinan los genes de forma genética, sino epigenética (del griego “epi” – sobre o encima). Así que, en lugar de mirar en el interior, se mira cómo se desarrolla el exterior. Comprobar un determinado grado de metilación en lugares escogidos alrededor del ADN nos permite hacer una evaluación general de la edad biológica actual, así como, dependiendo del tipo de muestra de tejido y los lugares elegidos, encontrar posibles indicios de cambios fundamentales o desarrollos patológicos.

Los pioneros
Mientras que Steve Horvath, un profesor germano-estadounidense en la universidad californiana de UCLA, es reconocido como uno de los padres del reloj epigenético (2013), se ha investigado mucho desde entonces para, por un lado, formular conclusiones epigenéticas para determinados propósitos (p.e. el cribado del cáncer o las conclusiones en la biología del desarrollo) y, por otra parte, para concebir alternativas más rápidas, precisas y baratas, de forma que sean más interesantes y fiables para el usuario final. Es en este contexto que el profesor Moshe Szyf, de la universidad McGill, diseña el reloj de epiAge. El objetivo del equipo de Szyf no es solo democratizar el acceso a este emocionante procedimiento, sino acelerar enormemente las investigaciones en el ámbito del antienvejecimiento. Mediante la inteligencia artificial, así como el aprendizaje automático, se pueden analizar y relacionar de forma más rápida las informaciones obtenidas para reconocer patrones fundamentales y cambios, y sacar importantes conclusiones.

Hacia un antienvejecimiento personalizado
Los posibles resultados de este trabajo podrían incluir, por ejemplo, conclusiones sobre cómo optimizar el estilo de vida en todos los ámbitos y, con ello, aclarar muchas preguntas aún sin respuesta, como ¿cuándo debo tomar qué combinación de nutrientes, y durante cuánto tiempo? ¿Duermo lo suficiente para garantizar la regeneración de mi cuerpo? ¿Cuál es la cantidad óptima de deporte y qué tipo de deporte optimiza la duración de mi vida? De esta forma, una compleja investigación médica en un laboratorio debe servir de punto de partida para una gestión autónoma en el día a día y, con ello, quitar al envejecimiento el componente de suerte: y es que ¡usted mismo puede determinar su esperanza de vida!

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